Estamos ya a dos semanas de finalizar el 2019 e inevitablemente realizamos un balance de cómo nos fue y si pudimos concretar todo lo que nos habíamos propuesto.
El 2019 fue un año de mucha incertidumbre en todo aspecto, sobre todo vinculado a las elecciones. Esto se vio a nivel empresarial y también a nivel personal, cuando debíamos planificar nuestra economía familiar e individual. Tener un trabajo estable se hizo difícil y generar ingresos de forma independiente se volvió una odisea.
Como una vez mencionó una persona cercana, el argentino siempre encuentra la forma de salir adelante aún en situaciones como éstas. El argentino está acostumbrado, en lo que se refiere a la economía, a tener un plan B y C. Las “crisis” lo han fortalecido y lo han vuelto resiliente a los vaivenes.
La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas.
El ser humano tiene la capacidad de re-pensarse sobre la marcha y de re-inventarse cada vez que sea necesario. Está en nuestros genes y en nuestra búsqueda de supervivencia, pero también en nuestra capacidad como seres vivos desarrollados.
¿Cómo fortalecer nuestra resiliencia en esta etapa del año?
La clave de la resiliencia es nunca dejar de proyectarse a futuro, pese a las adversidades. Podes lamentarte de lo que no pudiste concretar o usar esas experiencias pocos exitosas como un aprendizaje y un trampolín que te impulse hacia nuevas metas (nuevas metas que quizá esta vez te encuentren mejor preparado). No veas el vaso medio vacío, miralo medio lleno. Pensa qué te falto para llenarlo y planificá hacerlo.
Otra clave es mantenerse flexible en tus objetivos y planes y estar dispuesto a que en el camino, surjan imprevistos. Todo cambio, para ser duradero, conllevará crisis que tenemos que ir superando y adaptaciones que tenemos que ir realizando. Es cierto que tener una idea clara de lo que querés conseguir te ayuda a motivarte aún más, pero esa idea no debe nunca volverse fija ya que ante el primer obstáculo, abandonarás la misión.
Por último es no sólo importante planificar, sino también organizarse. Poner a disposición todos los recursos que necesitas para concretar tus proyectos, alejarte o soltar aquello que te esté impidiendo avanzar. Esto requiere de mucha consciencia sobre lo que queremos lograr y lo que necesitamos.
Es cierto que la oportunidad para hacer todo esto es a mitad de año, a principio o hacia el final: en definitiva, todos los días. Sin embargo también es cierto que cambiar el numero 19 por el 20 tiene un peso simbólico y representa dejar algo atrás para comenzar algo nuevo. Aprovechemos este acto simbólico para revitalizar nuestro horizonte.